abril 04, 2009

PARAISOS ICÓNICOS



Gaston Bachelard (1884-1962) inicia su libro La intuición del instante asegurando que el tiempo sólo tiene una realidad: el instante. Todo lo que sucede aquí y ahora se revela como real, lo anterior o sucesivo es cuestionable, inexistente. Sólo del presente tenemos consciencia y la existencia cobra sentido en el instante presente, ese cobrar sentido significa que nada es irrefutable, las cosas existen y nos permean, así como nosotros a ellas.
Dice Bachelard que el instante es soledad, la soledad más desnuda en su valor metafísico; el instante viene solo y no está encadenado al que lo sucede y lo antecede. Ellos no dependen del presente, ni el presente de ellos, porque es único: aquí y ahora. El tiempo es una realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas.
Los recuerdos, convocados por un aroma, una melodía o una sensación, se construyen a partir de revivir esa consciencia olvidada, de volver a hacer sólida la existencia de una palabra, de un viaje, de un beso, de un ridículo o de un dolor. Recordar es intentar resucitar un instante, más no vivir un pasado.

El instante que se nos acaba de escapar es la misma muerte inmensa a la que pertenecen los mundos abolidos y los firmamentos extintos. Y, en las propias tinieblas del porvenir, lo ignoto mismo y temible contiene tanto el instante que se nos acerca como los Mundos y los Cielos que se desconocen todavía.

No sólo la soledad es atribuible al instante, que no deja de ser algo abstracto. Nosotros, en nuestra más profunda soledad, nos refugiamos en aquellos instantes que nos han conmovido; entre nuestros huesos y nuestra carne, también aquellos instantes nos conforman como individuos, nos proporcionan historicidad, le dan sentido a nuestras vidas; conforman nuestra soledad y en la brutal monotonía, nos zambuten en la boca una cucharada de nostalgia. Por cierto, llamamos monótona y regular toda evolución que no examinamos con atención apasionada.

Si nuestro corazón fuera lo suficientemente vasto para amar la vida en el detalle, veríamos que todos los instantes son a la vez donadores y expoliadores, y que una novedad joven o trágica, repentina siempre, no deja de reflejar la discontiuidad esencial del tiempo.

La fotografía no sólo nos brinda ese vasto corazón, sino es esa inmensa muerte a donde se va el instante consumado. La fotografía es el evento más importante para los individuos (algunos ni se han enterado), porque permite construir nuestro existir como si fuera un rompecabezas elíptico. No como la realidad virtual (videojuegos, software, mindware) que igual consiste en una necesidad de representar instantes, en este caso son los que aún no llegan y, por eso, es patético.
La fotografía nos permite reconstruir los recuerdos mucho más certeros: en un espacio específico, rodeado de objetos y colores en concreto, con ropas y peinados, en cierta postura y orden preciso. La fotografía es un accesorio para nuestra memoria, una pastilla para la nostalgia, una oportunidad de continuar hablando con quien ya no está a nuestro lado, de poner en calma nuestra consciencia o, en algunos casos, de volverse a arrepentir.
Es, también, un medio de expresión artística. A través de ella podemos recrear imágenes oníricas, metafóricas, alegóricas y simbólicas. Hacer una crítica de la realidad, a partir de puestas en escena, donde el mérito creativo del fotógrafo no es sólo una foto bien expuesta y compuesta, sino su capacidad de ubicarnos en un contexto, pese a lo abstracto de su imagen. De compartir y difundir una idea que, por sí sola, se justifique y se comprenda sin necesidad de rezar un discurso. El instante, en la fotografía artística, no es lo trascendental, sino el mensaje que el espectador pueda recibir al contemplarla y la experiencia estética que logre crear. Sin embargo, el instante en que el fotógrafo dispara el obturador, es exacto, preciso, guiado por su intuición. En este sentido, el instante continúa siendo la materia esencial de la fotografía.
Lo que esté frente al lente, tal y como se encuentre al disparo, será el instante congelado. Por eso la fotografía es un documento certero, auténtico. Un certificado fotoquímico.

…la fotografía es utilizada como documento autentificador por los etnógrafos, antropólogos, periodistas, policías, fiscales y jueces de competiciones deportivas. Y por eso existen fotos indiscretas, mientras que no existen dibujos o pinturas que puedan ser calificadas propiamente de indiscretas.

La virtud de este maravilloso invento radica en que nos permite inmortalizar y conservar instantes precisos, que es exactamente lo que los seres humanos somos, un conjunto de instantes precisos antes de la muerte. Sin embargo, en esta sociedad actual donde lo que impera son los intereses de una elite, la riqueza desbordada de unos cuantos, la implantación de ideologías basura, la alienación de las masas y la abolición de todo lo que alimenta espiritual e intelectualmente a los sujetos, la fotografía ha caído en sucias manos.
Se ha creado, alrededor de ella, un mercado cuyo objetivo es democratizar su uso. Lo que no es tan malo si se tratara sólo de eso, pero el asunto es que comercialmente las cámaras análogas ya no son viables, es cada vez más excesivo su costo, se agota el material, los accesorios para compostura no se encuentran, y revelar e imprimir es igual de caro y poco accesible, la fotografía digital gana terreno. Lo ideal es que no desaparezca la cámara análoga por sustitución de la cámara digital, no porque la fotografía digital no deba tener valor o sea poco artística por ser poco artesanal, al contrario, las fotografías digitales ofrecen perspectivas y texturas bastantes cercanas a la realidad, el problema es que el soporte electrónico y sus softwares no sustituyen al efecto fotoquímico, son dos procesos totalmente distintos, con resultados visuales distintos, por lo tanto, no son lo mismo.

La imagen digital esta formada, en efecto, por un mosaico de pixels (acrónimo de picture elements), puntos luminosos definidos cada uno de ellos por valores numéricos que indican su posición en el espacio de unas coordenadas, su color y su brillo. El pixel constituye una unidad de información, y no una unidad de significación[…] Por consiguiente, si la fotografía es un medio óptico, la imagen digital es un producto anóptico. Esto significa que, a diferencia del fotógrafo tradicional, que actuaba coartado por el determinismo óptico de su cámara, el artista infográfico puede construir su imagen hiperrealista con toda libertad, liberado de la tiranía de los rayos solares…

Si desaparece la fotografía (en el ámbito comercial), seremos testigos de la pérdida de un arte fugaz, aunque siempre exista un grupo de personas que, influidos por los pioneros del S. XIX, instauren sus laboratorios improvisados y construyan sus cámaras con cartón. Para Roman Gubern, mucho más radical, la fotografía digital no constituye una duplicación clónica del mundo, sino, según dice: una forma visual plana y sujeta a carencias perceptivas. Así, su desaparición cobra un cariz aún más fatalista.
Lo cierto es que la imagen digital brinda la oportunidad de manipularla y modificarla al grado de convertir un simple terreno baldío, en una jungla amazónica. Con la exposición fotográfica, se puede hacer una noche en el día, con la impresión también, pero no puedes alterar los colores más allá de su propia gama, se puede yuxtaponer una imagen sobre otra a partir de una doble exposición y obtener imágenes barridas, vertiginosas, con una variación en la velocidad. Sin embargo, con la imagen digital puedes crear espacios totalmente ficticios, iluminarlos, ensombrecerlos a tu gusto, eliminar o aumentar objetos en el cuadro, es decir, crear una imagen desde la nada. Evidentemente esto tiene todo el valor estético y artístico que se merece. Pero una vez más, la intervención de quienes gozan de poder, pervierten su uso.
Se ha utilizado ésta facultad de la imagen digital, para hacer imágenes de ensueño, prototipos humanos y cánones de belleza. La era global ha estado contaminada por una serie de ideas que, los medios de comunicación, empujados por los Estados, bombardean a diario en cualquier sitio, y una de las maneras más sencillas de acceder a la psique de los débiles, es con las imágenes, nunca cuestionables, veraces, contundentes y concretas ¿porqué? Justo porque la fotografía, como se mencionó antes, constituye un certificado fotoquímico, un documento autentificador. Sin embargo, ahora las imágenes publicitarias, del marketing político, de sociedades, del espectáculo y hasta nota roja y pornografía, están manipuladas para acrecentar el morbo, para crear deseos y necesidades, para vender, convencer, someter y hasta para callar.

…la cantidad desborda a la calidad, hasta el punto de que la actual proliferación de imágenes mediáticas tienden a devaluar a los sujetos, que muchas veces son menos llamativos e imponentes que ellas: es el caso de las modelos publicitarias comparadas con las amas de casa corrientes.


El efecto masivo es desastroso: Frustraciones constantes que llevan a la mutilación o deformación del cuerpo, la necesidad de acrecentar los bienes materiales por inútiles que sean, la sobrevaloración de ideas absurdas y banales; las aspiraciones más lejanas son la fama y el éxito, el reconocimiento social y, en su lugar, la desintegración de la sociedad, una soledad constante, depresiva e insatisfacción por el modo y nivel de vida.
Pareciera que ese idilio por conservar y preservar un instante, estuviese ahora bastante lejano, la plétora de imágenes nos hace apreciarlas cada vez menos, ya no hay una necesidad de contemplación, sino que su inmediatez nos aleja de su aspecto artístico. Como sociedad somos cada vez menos emotivos, sensitivos y solidarios.
Todos aquellos que utilizan la fotografía o cualquier medio audiovisual como canal de expresión, no deben hacerlo en perjuicio de la moral de un sujeto o una sociedad, sino en función de crear y brindar las herramientas para una crítica, una toma de consciencia y generar un interés por los aspectos espirituales y artísticos, volver a sentir, como sociedad, aquel impulso por crear y preservar nuestras propias creaciones y, no como hacen unos cuantos, decirle a la sociedad que está hundida y ofrecerles lo mismo.

1 comentario:

æ dijo...

sigue escribiendo.. me agrada leerte desde los confines del no viejo, sino viejísimo o casi muerto continente europeo... (.

cuándo tomaremos el siguiente tren?